Jesús como un nicaragüense vandálico
¿Qué sucedería si Jesús fuera nicaragüense? ¿Qué habría pasado si de verdad el Cristo hubiera nacido del Chepe y la María de Palacagüina, así como nos hace imaginarnos Carlos Mejía Godoy en su disco Son tus Perjúmenes Mujer? ¿Qué habría hecho (o no) Jesús como nicaragüense en esta revolución cívica que comenzó en abril de 2018, tomando como referencia la forma de actuar y pensar según podemos leer en los Evangelios?
Los antecedentes del Jesús niño y adolescente
Aportando un poco de antecedentes con la ayuda de la canción de Carlos, Jesús probablemente hubiera nacido de alguna partera, digo, la María no habría podido llegar a tiempo en burro, caballo o carreta al SILAIS o al hospital Juan Antonio Brenes Palacio, ubicados a más de 23 kilómetros de distancia de su casita en el cerro de la Iguana. Mejía Godoy ya nos abre posibilidades sobre este hipotético acontecer al contarnos que seguramente el recién nacido — rojizo y con su pelo negro azabache sin duda— habría recibido de los y las curiosas quesillo entrenza de Nagarote, cajetas de Diriomo y buñuelos de Guadalupe. Después nos narra el trabajo arduo de su mamá y papá en la infancia y adolescencia de Jesús; María plancharía y limpiaría y, José sería un jornalero. Pero además de sugerir rápidamente que Jesús querría ser guerrillero (en esta parte difiero pero expondré mis razones más adelante), la canción no nos cuentan mucho más lo que abre la posibilidad de imaginarnos un sin número de posibilidades. Entonces ¿qué habría hecho un Jesús en la Nicaragua después del 18 de Abril?
Lo primero que puedo concluir es que al ser un hombre que se mudó chavalito a alguna cabecera departamental — ahora déjenme hacer volar MI imaginación — porque desde pequeño su mamá y papá le dijeron que tenía que salir de su comunidad para poder potenciar su interés nato en la lectura, estudiar su secundaria y así ganarse un cupo en alguna prestigiosa universidad pública para ayudar a su familia. Además de las enseñanzas de sus padres, siempre escuchó en la Sinagoga que nadie es profeta en su propia tierra y sus amigos de siempre aunque lo amaran no entenderían el porqué de su propia necesidad de irse y saciar su sed de aprender. Y es que Jesús sería el tipo de adolescente que los profesores autoritarios — y con el concepto de jerarquía vertical bien cimentado en su método de enseñanza— describirían como “un chavalo con una gran inteligencia y potencial pero al que le falta respetar a sus mayores”. Digo, Jesús no se quedaría callado si algún profesor le da un reglazo a alguno de sus compañeros de clases; no dudaría en cuestionar las clases de historia y hacer cientos de preguntas para estar claro de lo que de verdad pasó entre los liberales y conservadores allá en el siglo XIX, o entre Sandino y los marines y toda nuestra historia conflictiva del siglo XX; o hacer sentir incómodo al profesor o profesora que imparte los conceptos que se enseñan en la clase de Convivencia y Civismo al cuestionarle si su forma de vivir de verdad refleja lo que está enseñando; además tampoco se quedaría con los brazos cruzados al escuchar las burlas e insultos hacia el compañerito o compañerita que tiene los zapatos sucios, viejos y con huecos, porque él mismo sabría lo que es padecer por no tener qué comer o qué usar, una realidad que miraba todos los días en su comunidad.
Entonces, adelantando un poco esta historia hipotética, tenemos a un Jesús ya con su cupo en la carrera de Trabajo Social (su primera opción), para el disgusto de su familia. La verdad es que con su promedio pudo haber quedado en cualquiera carrera pero al no verse reflejado en ninguna ingeniera o carrera comercial, y al interesarse mucho más por las condiciones humanas que el cuerpo humano — así también descartando Medicina — Trabajo Social era la opción más lógica para él… Él que quería ayudar a las personas que son invisibles para la sociedad, de hecho, desde el primer día ya tenía provisto hacer sus pasantías en alguna de esas organizaciones que trabajan con los sectores más marginados en la sociedad nicaragüense: drogadictos, prostitutas, portadores de SIDA y personas trans en situación de riesgo. Por alguna razón, cuando oraba, sentía cada vez más que esa era su misión, invertir su vida en todas y todos ellos.
El comienzo de su ministerio, es decir, su activismo
Mientras estudia su carrera habría notado desde el primer momento la corrupción de la UNEN y quedarse callado no habría sido una opción… ¡Y qué buena oratoria tenía el chavalo! De pie, arriba de alguna banca (esto compensaría su físico nada fuera de lo común, un nicaragüense promedio, con una altura de menos de un metro con setenta y cinco centímetros, una barba y bigote que apenas intentan crecer y una cabellera negra intensa que llega un poco más arriba de sus codos para horror de sus profesores) daría un discurso — algunos dirían que parecería un sermón — sobre la necesidad que tiene esta organización de rendir cuentas, sobre todo, de los bonos de comida para los estudiantes becados; además habría organizado un pequeño grupo (probablemente de doce) para cuestionar las políticas clasistas, sexistas y discriminatorias de su universidad. Hablaría de la justicia y de la compasión que habría que tener por las personas afectadas por esta mala administración y las acciones que habría que tomar. Sus compañeros y compañeras le dirían que por qué no se postula como representante de la carrera o incluso, directamente en UNEN, pero él siempre les respondería con un “A Luis Andino lo que es de Luis Andino, a Dios lo que es de Dios”. Informaría que no le interesa ningún cargo político, los favores que tendría que hacer y que más bien le interesa hacer política y justicia con su vida, con sus constantes señalamientos a las instituciones pertinentes y trabajando y organizándose directamente con las personas afectadas. Además — diría — ningún profesor aceptaría que yo represente a alguien, mis ideas son interpretadas como controversiales y divisorias.
Nicaragua en abril, 2018
Jesús se habría encontrado frente a la UCA protestando pacíficamente entre cantos y consignas por Indio Maíz con su pancarta escrita a mano:
¡Cuidemos nuestros recursos naturales, la creación de Dios merece un trato mejor! #SOSIndioMaiz
Le pedirían que hablara por el micrófono por su gran elocuencia y mensajes tan contundentes ,pero mencionaría que ya hay chavalas como la Madelaine Caracas haciendo un gran trabajo motivando y coordinando los turnos para hablar. Al ver a la policía acercarse reafirmaría a los asistentes que tuvieran cuidado y de la importancia de protestar pacíficamente. Las consignas, los bailes y los discursos continuarían a pesar de la tensión por la presencia policial.
Con el anuncio de la reforma a la Ley de Seguridad Social, en lo primero que habría pensado Jesús habría sido en su mamá y papá allá en su comunidad; cómo se partían el lomo trabajando y cómo ahora su futura jubilación y la esperanza de un ingreso seguro para su vejez era cada vez más difícil y más escuálido. No estaría pensando en su propio futuro, sino en el de ellos y en el de todos las y los adultos mayores que se verían afectados por esta decisión. Sabía que tenía que hacer algo. ¡Una fe sin obras es muerta! Se repetía.
Después de pasar días marchando sólo “armado” con su voz y pancarta, en algún pequeño centro médico improvisado que hicieron un reducido grupo de universitarios auto-convocados de la universidad a la que hubiera asistido Jesús, éste habría ayudado en lo que pudiera, aunque sea pasándole utensilios médicos donados a los doctores (en realidad estudiantes) o simplemente conteniendo a quien estaba sufriendo algún ataque de pánico; pero sea lo que necesitaran, Jesús nunca habría descansado. De vez en cuando se hubiera desaparecido y traído comida… Y siempre habría sido suficiente, me imagino que la gente a veces le habría dicho bromeando que cómo era posible que multiplicara el pan de esa forma, nunca nadie en el puesto médico quedaría con hambre. También hubiera organizado a sus amigos y amigas para hacer llegar de este alimento a todos los recintos universitarios que servían de protección a estudiantes atrincherados que resistían a favor de la autonomía universitaria.
En uno de los tantos momentos de lo que en julio sería la “Operación Limpieza”, orquestada por el Gobierno a lo largo del país, y en este caso específicamente, en el departamento donde se encontraría ayudando Jesús — ahora escondido con el resto de voluntarios — , se podía escuchar el sonido de las balas y los gritos aproximándose cada vez más. En susurros Jesús sólo podría decir entre alientos: Padre, perdonalos porque no saben lo que hacen. El día ya estaría cayendo cuando las detonaciones ya no sólo se escucharían sino también ya se olerían y sentirían. Jesús miraría a su alrededor— aunque con dificultad por el humo de las bombas lanzadas en las calles a unos cuantos metros de donde estaban — y vería a decenas de chavalos y chavalas en posición fetal llorando y ya resignados a su inminente muerte. Sabría que tenía que hacer algo y en ese momento lo único que se le ocurriría era que tendría que saciar la sed de violencia y venganza de esos paramilitares para que pasaran de largo esa casa con más de diez almas dentro. Así que llorando y sudando lo que parecían gotas de sangre, Jesús se levantaría y después de revisar que no hubiera ningún paramilitar viendo, saldría corriendo mientras gritaba a sus compañeros “NO ME SIGAN NI SALGAN POR NINGÚN MOTIVO”, se acercaría a lo que sabía era una carpintería vacía a dos casas del espacio donde estaba el resto. Ahí de pie esperaría hasta que los paramilitares doblaran la esquina y lo vieran y ahí empezaría a intentar abrir la puerta. Los paramilitares correrían hasta él y le dispararían tres veces, dos balas darían en sus brazos y uno en su costado. Jesús caería desangrado mientras ve cómo los paramilitares intentan entrar a la carpintería y pasan de largo la casita donde estaba el resto.
El Renacer
A los tres días, y a los siguientes tres días después de eso y así hasta llegar a los doce abriles de protesta veríamos a Jesús y a los más de 350 asesinados renacer en cada persona que sigue atreviéndose a salir a las calles para exigir justicia.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.
En cada persona que entrega de su tiempo y recursos para cubrir las necesidades de tantas personas que perdieron a sus seres queridos y otros que viven privados de su libertad y se convirtieron en presos políticos.
Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán la misericordia.
Vemos a Jesús en aquellos y aquellas que a pesar de ser amenazadas y perseguidas siguen denunciando la violencia y opresión del pueblo.
Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los cielos.
Jesús está en cada persona que sigue resistiendo hasta lograr la libertad.
Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
Porque Jesús no está en carne y hueso aquí en este pedacito de tierra que es Nicaragua, no nació en el siglo XX o el XI, pero lo podés encontrar fácilmente, si sólo abrís los ojos y ves a la gente que sigue luchando y resistiendo por su libertad.