No, no es mi culpa que un hombre cristiano no controle sus hormonas.
Tenía diecisiete años, y era mi primer día como líder y consejera en un campamento juvenil de un ministerio evangélico fundamentalista. Era una chavala delgada - muy delgada diría yo - que aún no había descubierto la belleza de sus rulos naturales así que los terminaba ocultando ya sea en una cola de caballo baja, o recurriendo a la plancha para alisarlos; ese día elegí esta última opción. Recuerdo perfectamente cómo ese lunes tenía puesta una camisa sin mangas negra (llamada camisola en Nicaragua, musculosa en Argentina), un jean celeste y mis zapatos Converse. Esa tarde la pasé conversando con amigos y amigas, conociendo a las preadolescentes que iban a estar a mi cargo y también, arreglando la cabaña en la que iba a pasar los próximos seis días. Estaba muy emocionada.
Llegó la noche y junto a ella, la inauguración de la semana de campamento en el salón principal. Un amigo, una amiga - que después sería mi primera novia y la primer chavala que amé - y yo, habíamos hecho una pequeña pieza teatral para comenzar el campamento y explicar las “reglas” básicas de convivencia; así que íbamos a actuar enfrente de todas y todos los asistentes.
Todo iba bastante bien hasta que fui llamada aparte por una de las consejas/misioneras que habían llegado desde Argentina y México a ayudar en la logística del primer campamento de este tipo en Nicaragua. Gracias a mi increíble memoria (que es una maldición a veces) puedo recordar casi exactamente esa conversación de hace más de 10 años.
- Hola Sofía, me dijeron que ibas a hacer parte de la inauguración del campamento.
-Sí, así es. Soy yo y dos personas más, además de unos videos que edité que van a ayudar a contar la historia.
- Buenísimo, mirá, te quería decir que creo que necesitas ir a tu cabaña y ponerte una camisa más cubierta antes que inicie el evento. Vas a estar ahí frente a todos y bueno, se te miran los hombros, entonces si estamos enfrente del escenario es mejor dar el ejemplo en ropa decorosa y no hacer pecar a ningún jovencito (sonrisa).
-Eh, está bien. Digo no he desempacado pero…
-No, no hay problema, tal vez una amiga te puede prestar algo que tenga a mano, un suéter o algo así.
Y fue así, como una conversación casual en el atardecer de un campamento a las faldas de unos de los volcanes de mi país, es que empecé a sentir que mi cuerpo era sucio y debía ser cubierto para no ser “piedra de tropiezo” a mis hermanos en Cristo.
Simplemente no me percaté que alguien acababa de sugerir que era normal que hombres lleguen a sexualizar a una chavala de diecisiete años recién cumplidos y que además fuera responsabilidad de esa adolescente taparse para que eso no sucediera. Tampoco me hizo recapacitar lo mal que estaba todo mientras actuaba y explicaba una de las reglas de convivencia del campamento: cero contacto físico entre chicos y chicas.
Ya vamos a hablar de las repercusiones psicológicas, sociales y hasta sexuales de ese tipo de reglas tan radicales, pero por el momento les dejo con la consecuencia de una serie de fotos incomodas entre personas del sexo opuesto.
El tiempo pasó y más situaciones así se fueron acumulando en mi vida cristiana y en mi concepto de lo que significaba ser una mujer “pura” y “decorosa” en esos contextos. Mientras escribo esto se me vienen a la cabeza tantos recuerdos que aparentemente estaban escondidos (supongo que como mecanismo de defensa) en mi subconsciente.
La orden a las mujeres de bañarse con camiseta encima del vestido de baño.
La vez que una misionera literalmente nos dijo que había que tirar o quemar la ropa reveladora porque si las regalábamos no hacíamos nada porque otra mujer la iba a usar y el ciclo de tentación continuaría. Las mamás de las chicas que asistieron a esa charla se enojaron mucho con esto. ¿Quién es esta mujer que le dice a nuestras hijas que tiren la ropa que les compramos?
Otra vez que nos enseñaron que un short tenía que ser hasta el largo de donde llegan nuestros dedos de las manos mientras estamos firmes y rectas y estos están junto a la pierna; y otra vez que seguí esa regla y aún así me dijeron que el short que estaba utilizando no era apropiado y me tenía que cambiar.
Recuerdo cuando la mamá de una amiga me dijo que me pusiera un pantalón cuando estuviera en su casa porque su esposo estaba ahí y podría fijarse en mis piernas y pecar. Hoy pienso en ese día y sólo me causa repulsión pensar que esta mujer estaba convencida que sería mi culpa si su marido llegara a excitarse con la amiga de su hija.
Como a mis diez años - sí, diez años - una tía me dijo que no llegara de falda corta a la iglesia porque no era de una niña piadosa.
Y así muchos ejemplos.
Ahora, te pregunto a vos persona cristiana que está leyendo esto, ¿creés que eso es normal? ¿creés que la temprana y excesiva sexualización de niñas, adolescentes y mujeres dentro de la iglesia es saludable? Porque una cosa es que está normalizado en las iglesias, - sí los mismos colegios cristianos tienen la regla del largo de la falda hasta la rodilla- pero…que esté normalizado, ¿lo hace correcto?
Todo esto se basa es una teología y aplicación muy miope de versículos como:
Si es la primera vez que lees este versículo es fácil notar que la exhortación viene en decir que lo que más le debería importar a una mujer - y todo ser humano - en su vida, sus acciones, su fe y sus buenas obras hacia los otros; no sos pertenencias, vestimentas y como se presentan a los demás. Es una comparación bastante directa de nuestro corazón vs lo que presentamos a otros. Sobre todo porque el capítulo donde este consejo se encuentra, es un capitulo que habla de la oración y ruegos a Dios. No es una regla del día a día, o un parámetro - bastante subjetivo - de cómo deberían vestirse las mujeres.
¿Quién define que es pudoroso o modesto en cuanto a vestimenta? ¿Cómo permitimos que otros definan “la pureza” o “ el indecoro” de nuestros cuerpos?
Roxana Kreimer lo expresa muy bien esta porción de texto de su libro Sobre el Pudor:
¿Cómo pasamos de definir pudor como reflejo de respeto y honestidad (la palabra “pudor” que aparece en la versión Reina-Valera 1960 es la traducción de la palabra griega αἰδώς) a una definición que incluye la vergüenza sexual?
Bueno otra razón es el mal utilizado famoso versículo de I Corintios 8:9
Acá también está muy claro el versículo y su propósito: ¨tengan cuidado¨, es decir, es un consejo… vos sos el que puede juzgar si tus intenciones son hacer pecar a otra persona - pecado siendo eso que hago que está deliberadamente mal aún sabiendo que está mal y me daña y daña a otrxs - sin importarme las consecuencias. Por ejemplo, si yo no tengo problemas en beber alcohol y sé que mi amigo es alcohólico y está luchando con eso y le ofrezco una cerveza continuamente: claramente estoy usando mi libertad para hacer pecar a otro.
¿Pero de dónde sacamos que mi cuerpo innatamente va a hacer pecar a los hombres? ¿es acaso culpa de mi cuerpo que los hombres sean socializados de una forma que crean que sus impulsos sexuales no pueden ser refrenados y no tienen la suficiente fuerza de voluntad para no verme como un objeto que sirve para satisfacer sus deseos? Ademas, ¿cómo entendimos que el deseo sexual y la atracción sexual es pecado? DIOS nos hizo seres sexuales, ¿por qué suprimir algo tan natural en nosotros como es la atracción y el deseo físico entre personas? ¿por qué igualamos esa atracción con la sexualización anormal de menores por parte de adultos que deberían saber controlarse y saber que no es normal pensar que todo cuerpo femenino (niñas, adolescentes) está para su placer? ¿por qué responsabilizar a la mujer y no educar a los hombres?
El mismo Jesús le dio toda responsabilidad al que mira, no al objeto de deseo.
Jesús nunca aconsejó: si tu ojo es ocasión de caer, dile a quien estás viendo que sea una buena mujer cristiana y se cubra hasta los tobillos, los hombros, y sí puede, que ni hable.
Nadie es responsable de los pecados de alguien más. Ese versículo de la piedra de tropiezo es un consejo a no pecar queriendo dañar a alguien a propósito, no es una regla que nos hace los responsables de pecados y creencias ajenas. Ninguna mujer es responsable de los pensamientos y deseos de hombres que no pueden controlarse o incluso de esos que lastimosamente piensan que su misma atracción natural es algo sucio y tiene que erradicarse.
Somos creación perfecta
Ya sea que creas que el relato de la Creación es algo literal o una forma narrativa (y hasta poética en mi opinión) de contar la existencia de una divinidad creadora, hay algo muy claro: somos una creación perfecta, todo nuestro cuerpo lo es. Génesis nos cuenta como Adán y Eva no lo tapaban, estaban desnudos…y el único momento que sintieron vergüenza fue cuándo comieron del árbol del conocimiento del bien y el mal. La responsabilidad de sexualizar o no un cuerpo no es el cuerpo en sí sino es el “conocimiento” - perspectiva y opinión - que tengamos de este.
TODOS los cuerpos y expresiones de los mismos son arte. Son un lienzo hermoso que muestra la gran creatividad, y diversidad en la creación de Dios. Yo soy pura y merezco respeto por mi valor intrínseco como persona e hija de Dios. Dejen a las mujeres en paz.