Carta a los que sirvieron conmigo en la iglesia (y después se alejaron de mí).

Revisando mi computadora me encontré una carta que le escribí hace casi cinco años a mis antiguos amigos, amigas y co-siervos de mi antigua iglesia. La escribí en un momento de indignación y tristeza al darme cuenta que mi orientación sexual era tema de chisme en un círculo social que por mucho tiempo fue mi familia. Para mi fue impresionante como el hecho que yo me enamorara de mujeres y no de hombres, borrara todo los recuerdos y experiencias que habíamos compartido juntxs. El problema, es que esta es la misma realidad de miles de cristianxs LGBTIQ+ que deciden vivir todas sus identidades en paz y libres en Cristo.


30 de mayo de 2014

Amigos y conocidos que en algún momento sirvieron a Cristo a mi lado hace algunos años, 

Por favor tomen unos minutos de su tiempo para leer algo que les quiero compartir de estos últimos tiempos en mi vida y mi relación con Dios: 

Serví al Señor en mi iglesia oficialmente por unos tres años (desde que fui salva). Lo hice porque experimenté una gran pasión por Cristo; su amor era tan tangible en mí que lo único que quería era compartir y compartir de él. Amaba fervientemente a Dios y eso se unió con mi pasión por escuchar y dar consejos dada mi poca tolerancia al dolor ajeno (si alguien sufre...quiero hacer algo para disminuirle ese dolor). Estaba muy feliz porque miraba a Dios actuar a través mío. 

Después comenzó una gran crisis en mí por un  sin numero de razones que no valen la pena mencionar porque ya están superadas/perdonadas o simplemente no vienen al caso. En esta crisis decidí tajantemente alejarme de la estructura formal de la iglesia porque me di cuenta que irónicamente no le iba bien a mi vida espiritual. Cristo no sólo está en esas cuatro paredes, y yo necesitaba tener mi andar personal con ÉL. Así que cómo Cristo mismo tuve mi desierto...

Leí un montón, estudié un montón, oré más... y así sola, en mi andar, (equivocándome, a veces acertando) empecé a vislumbrar detalles en mi vida (esa vida que Dios me regaló); empecé a apreciar esas pequeñas cosas del día a día que merecen mi gratitud y contemplación. Empecé a ver cambios en mí que nunca experimenté anteriormente. En mi época de liderazgo, tuve muchos cambios externos...dejé de hacer cosas, dejé de hablar de cierta manera, dejé de frecuentar lugares pero me sentía como lo peor del mundo por ser a como era, por dentro era infeliz. Intentaba agradar a Dios, de verdad lo amaba, en serio no era costumbre, pero empecé a ser muy legalista y olvidar lo verdaderamente importante : amarás a Dios por sobre todas las cosas, y amarás a tu prójimo como a ti mismo.

Así que en este último tiempo quise enfocarme en esa última parte; empecé a decir más "te amos", o "te quieros", empecé a ser más agradecida, más empática, empecé a mostrarme como una amiga incondicional (lo intento), empecé a hablar, no guardarme las cosas y expresarme. Empecé a mostrar más amor a mi familia, salir con ellos, reír con ellos, amarlos verdaderamente. Y puedo decir que reconozco que la paz que hoy en día siento, es incomparable. Todo esto es gracias a que verdaderamente experimento grandes cosas en mi interior, cosas que no se pueden explicar. Tengo libertad.

Muchas decisiones en mi vida no espero que las comparten o siquiera estén de acuerdo, pero lo que les pido es que no traten de juzgar mi corazón o intenciones y atrévanse a acercarse a mí y preguntarme por lo que Dios está haciendo en mi vida HOY.  Les garantizo que soy mejor persona y una mucho mejor amiga ahora que tuve experiencias personales con Cristo (no hablo de la salvación), que a como lo era cuando tenía una posición de liderazgo. Día a día , Dios me sigue usando, y día a día me siento igual o más privilegiada que antes. 

Es por eso que trajo mucho dolor a mi corazón cuando me doy cuenta que ustedes pueden decir de mi cosas tipo que, “soy un buen elemento que no está en un buen momento", o "una no muy buen sierva de Dios" o la más común de todas, "no es un buen ejemplo"; hago hincapié en esto no como reclamo o ánimos de exponerlos, simplemente porque me da tristeza que no puedan ver todo lo que yo siento en mi interior; todo lo que espiritualmente he crecido. 

Todos tenemos un andar muy personal y peculiar con Cristo, el mío seguramente es muy diferente al de ustedes... pero de algo estoy segura, Dios se glorifica en la diversidad de opiniones, personalidad y experiencias de cada uno. 

Pensé mucho publicar esto, pero creo que me lo debo a mi misma, estoy en otra etapa y ya todo esto lo quiero dejar y atrás, y sobre todo se lo debo a mi Dios, ese Dios que me ama y quiere que de a conocer lo que ha hecho en mí.

Les deseo lo mejor del mundo.

Amen a todos y amense a si mismos.

Carla Sofía

Lucas 7:36-50


Sofia Vargas Sandoval